Gilberto Frómeta
Las sombras de un temperamento
– RAFAEL ACOSTA DE ARRIBA –
– Poeta, Ensayista y crítico de arte -
La pintura de Gilberto Frómeta pertenece al imaginario de bastantes generaciones de cubanos, incluido el mío. Seguí su trabajo con interés y admiración desde que era un joven interesado en las artes visuales.; en ese entonces entendí que su pintura es un acto de fe. Pasó el tiempo y Frómeta se hizo famosa entre críticos y expertos - diría más aún - no se puede escribir sobre artes plásticas en Cuba e ignorar la poética de este artista que se reconoce por haber ocupado un lugar distintivo y original en el arte de la isla..
En su exposición Luz tropical, Frómeta vuelve a demostrar el dominio de su pintura abstracta. Cabe agregar que no tiene menos experiencia en obra figurativa, pero ese tema debería tratarse en otro punto. Desde el primer vistazo, se reconoce en estas piezas aspectos de su obra anterior, precisamente el que le dio a conocer en el panorama pictórico cubano. Se podría decir que es como el sedimento elaborado, la presencia de un estilo refinado con los años, o mejor aún, el resultado de la madurez en su plenitud ahora se muestra en un discurso construido para la ocasión. Texturas y colores, las venas y arterias de la imagen quedan al descubierto; franjas de colores que irrumpen como cortes en la superficie del lienzo; capas superpuestas de matices y tonos, gotas de colores - en resumen, signos de violencia en las imágenes que armonizan y equilibran en un talento que no resiste la domesticación de la ortodoxia del arte. No hay restricción en estas piezas, pero de hecho un sentido de composición que evita que las características distintivas abrumen o interrumpan el resultado final. El temperamento puro del artista se captura en cada pintura..
La subjetividad del artista nutre su estilo; en este caso es su emoción la que dicta los trazos. El misterio del color; la naturaleza críptica del abstraccionismo fomenta la poesía contenida en la metamorfosis de las imágenes en sus pinturas. Algunas obras han sido implantadas con trozos de yute (o saco) tela, que les otorga singularidad adicional. El aspecto geométrico también está presente - no definir, pero actuando en apoyo de las imágenes; es quizás el elemento central de la composición.
La pintura abstracta de Frómeta no cuestiona las fronteras del arte, algo que pertenece más a los intentos del llamado arte conceptual (de Duchamp al presente); lo que hace es ejercer la libertad de creación dentro de esos límites. Tampoco se cuestiona sobre los límites de la abstracción, un género que se convirtió en académico en un momento dado del arte del siglo XX. Por lo tanto, Yo insisto, lo que pretende la pintura abstracta de nuestro artista es recrear hasta las convulsiones el metalenguaje de la abstracción. Podría afirmar que su obra fue siempre una negación de esa curiosa idea que decretó “la muerte de la pintura”. En lugar, es una pintura vital y expresiva; signos que van desde el azul silencioso (evocación, por supuesto, del mar caribe) al rojo llamativo y similar, pasando por gradaciones de las sombras oscuras - un descenso gradual a las sombras, el lujo de la tristeza. Son signos que crecen desde el murmullo silencioso hasta el grito desinhibido de Pollock.
Estos cuadros nos evocan diversas sensaciones; uno de ellos es la idea del infinito, a menudo asociado con la abstracción. “El infinito es demoníaco y bordea el vértigo romántico”., dijo Octavio Paz en referencia a la pintura abstracta del siglo XX.. Esta afirmación y mi conocimiento del trabajo de Frómeta me llevan a suponer que es uno de los románticos de la vieja escuela., un creador en busca de la totalidad de los signos. El artista llena de sangre el espacio vacío, con furia, con los agudos comentarios producidos por la creación más apasionada, con su personaje. La obra presenta poesía de movimiento y transmutaciones de color., letra de un frenesí que no cesa hasta el abandono consciente de la pieza.
El discurso visual de Luz tropical, su esencia, es rapsódico. Gilberto Frómeta ha recreado el diorama de luces de variada intensidad característica de los Trópicos en esta exposición. Hay luz encima de los colores y debajo de ellos.; secundario, fragmentando, e iluminándolos. La luz es como el alma latente de las piezas de la exposición. El artista ha elegido la luminosidad solar de estas latitudes y las ha materializado en pinturas que sintetizan y expresan la naturaleza dionisíaca del mar Caribe o del arte cubano., del cual es uno de sus indiscutibles maestros.
la Habana, julio 2015
Rafael Acosta de Arriba (la Habana, Cuba, 1953) Crítico de arte, poeta, ensayista, profesor de la Universidad de las Artes (ES UN) y en el Fac- ultimo de Artes y Literatura de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Históricas (1998), y Doctor en Ciencias (2009). Trabaja como investigador en el Instituto Juan Marinello de Investigaciones Culturales de La Habana.. Ha recibido varios premios y distinciones, entre ellos, en cuatro ocasiones (1994, 2010, 2012 y 2014) el Premio Anual de Investigación otorgado por el Ministerio de Cultura. En 2011 recibió el Premio Nacional de Crítica de Arte Guy Pérez Cisneros. Presidió la VII y VIII Bienales de La Habana. Ha dictado conferencias, cursos de posgrado y maestría en Cuba, España, Brasil, México, Italia e Israel. Fue editor en jefe y director de varias revistas culturales.. En 2005 fundó y fue primer director de la revista Fotografía Cubana. De 1999 a la 2005 fue presidente del Consejo Nacional de Artes Visuales. El ha sido cura- tor de numerosas exposiciones, tanto en Cuba como en el exterior. Ha publicado seis libros de poemas y siete libros de ensayos.. Sus ensayos y artículos han sido publicados en revistas especializadas.